miércoles, 15 de abril de 2015

Güeros, película de Alonso Ruizpalacios que le hace su chamba al sistema


Había una vez dos güeritos, uno llamado Alonso Ruizpalacios, el típico niño nerd al que le hacían  bullyng en la primaria esos nacos horrorosos a los que se ha dado a la tarea de describir y tachar de "Furias", y otro fresita, también de lentes y nerd, llamado  Gibrán Ramírez Portela, quien en su currrículum googleado afirma autonombrarse dramaturgo porque suena a más caché

Ambos gueritos, pertenecientes a clases acomodadas, con padres que pueden costearles estudios en Londres y en otras ciudades del extranjero, vivieron durante años el azote de los nacos, de esos que se atreven a levantar huelgas, de esos que en los barrios cercan los coches y les dicen: ¡uuuuy están bien perdidos güeritos!

Es decir, Alonso Ruizpalacios y  Gibrán Ramírez Portela siempre se sintieron como entes que no pertenecían a un México de morenos, primero, como fresas de clases acomodadas, y luego como pseudointelectuales que desprecian al núcleo de los nacos, de los pobres o de los jóvenes que tienen que luchar para mantener la educación gratuita.

Un día, ambos güeritos, después de incursionar en el teatro con muchos intentos como El carro de comedias o  Alaska, además de nutrirse con numerosas becas como las del Fonca, además de otras chambas en lugares tan respetados como Televisa, decidieron unirse para hacer una película titulada Güeros, que más bien debería llamarse: "Como mezclar en un sólo filme Temporada de Patos, Y tu Mamá También, Generación Spielberg y Por la libre"

Afortunadamente existe una intelectual tan aguda como Malú Huacuja del Toro que ahorra a muchos críticos (y entusiastas de la crítica, como el que esto escribe) a utilizar con disgusto un tiempo valioso para exponer porqué Güeros es un ejercicio dudoso e incluso peligroso, al esconder un elitismo oscuro en una nube de ligereza cotidiana aderezada con caguamas de azotea.

Y antes de sumar a este texto un extracto del blog de Malú Huacuja donde desenmascara a Alonso Ruizpalacios, sólo diré que al reconocer en  Güeros a tantas películas de su generación (como las mencionadas Temporada de Patos, Y tu Mamá También, Generación Spielberg, Por la libre y hasta Asalto al cine y Viaje redondo) bien valdría la pena revisar cualquier texto escrito por Gibrán Ramírez Portela , para ver si realmente alguna vez ha escrito algo original o si todos sus guiones y obras de dramaturgia son cocktelitos fusilados, lo cual le acarrearía el mote de "Cockteleitor-Fusileitor"… tan sólo una trivia ¿¿¿A qué película les recuerda su obra de teatro Alaska??? Sí, exacto, lo mismo pensé.

Me asumo como uno de esos nacos (esos "Furias"), nunca güeros, que fueron a la UNAM a finales de los años setenta, y quienes aún cuando ya no asistían a la facultad en la época de la huelga, apoyaban completamente sus causas. Tal vez un buen argumento para "Güeros 2"  sería seguir a un grupo de estudiantes del CCC durante las protestas de hace unos años cuando Hacienda intentó cerrar aquella escuela de cine por considerarla cara para el sistema, hecho que no se logró también a base de las protestas de los jóvenes (pero Ruizpalacios tampoco se enteró porque estaba estudiando en Londres con el dinero de papi). 

El hecho es que tanto Alonso Ruizpalacios como Gibrán Ramírez Portela "no entienden que no entienden" que su película en realidad le está haciendo la chamba y el trabajo sucio al sistema con un disfraz de superficialidad, un sistema que siempre estará al acecho por coartar la educación, por minar las oportunidades y por llevarnos hacia el universo de Televisa o TV Azteca, empresas para las cuales también han trabajado Portela y Ruizpalacios, aunque lo nieguen, pero ahora hay google para checar a fondo y con LUPA sus currículums y procedencias.


Y aquí un extracto del blog de Malú Huacuja del Toro, quien desde el año pasado fue la primera en percatarse del verdadero trasfondo de "Gueros" y le arruinó la presentación a Ruizpalacios en Nueva York: 


(MALÚ HUACUJA DEL TORO): Acudí, sobre todo, a ver el estreno de Güeros, la ópera prima de Alonso Ruizpalacios que, según había leído en las reseñas y sinopsis, parecía estar hecha en contra de la huelga de la UNAM. Yo fui a que no me contaran qué tal estaba ni de qué hablaba. Y, sobre todo, fui con la esperanza de disfrutar lo que posiblemente fuera una buena película. Motivos había para suponerlo: el Festival Internacional de Cine de Berlín es uno de los más prestigiados del mundo (no como el de San Sebastián ni el de Guadalajara, que aunque hayan mejorado últimamente comenzaron siendo una burla). Como guionista profesional que también soy (o por lo menos, como dicen mis enemigos “fui”) acudí asimismo con la esperanza de que las reseñas hubieran estado mal hechas o mal informadas, o que las sinopsis exageraran esa parte del argumento con fines mercadotécnicos, y que, a pesar de su título, el guion estuviera a la altura de un reconocimiento mundial.  Mi expectativa profesional era, en suma, que el filme galardonado me deslumbrara como hacen las grandes películas, y que ni el tema mismo (aún si fuera uno con cuyo tratamiento político no estoy de acuerdo) pudiera separarse o desarticularse de la magia que crean los grandes.
          La otra posibilidad, mi segunda perspectiva profesional, era que, como dije, la descripción en los boletines de prensaestuviera preparada para provocar, o el título encajado para desconcertar pedantemente —como se acostumbra ahora en mercadotecnia gay—, en cuyo caso el tema de la huelga de la UNAM sería incidental, no dominante. Daría por descontado que yo apoyé desde aquí y formé una red de solidaridad con los huelguistas en aquellos meses, informando lo que no contaban los periódicos allá, explicando cómo fue el proceso de privatización de la educación superior aquí (donde se utilizaron tácticas tan parecidas, empleadas eficazmente aquí por el entonces alcalde Rudolph Giuliani, después contratado por AMLO). No obstante lo cual, digo, también eso podía dejarlo pasar sin armar olas públicas al final porque, vaya, si los huelguistas soportaron las calumnias de la televisión diariamente y la mala prensa de todos los intelectuales poderosos de México —no es poco decir—,  una película en la que brevemente aparecen como telón de fondo, descritos tal como los ridiculizó una amplia gama de comentaristas, desde López Dóriga hasta Jaime Avilés, pasando por Guillermo Sheridan, más caricatura no se les podía hacer.
          Con esa mirada contemplé la primera hora de esta película que, además, está coproducida por la UNAM.   
          Pero no resultó ninguno de los dos casos. La película es, en un ochenta por ciento, aproximadamente, sobre la huelga de la UNAM, en torno a ella, contada exactamente tal como la explicaron los medios de comunicación al servicio de la plutocracia y los intelectuales de La Jornada  en defensa de los güeros, los moderados, que son “los buenos” (o por lo menos los “no tan malos”) de este filme, sin ningún contexto, y tal como la entendieron Gael García Bernal y Diego Luna en aquel entonces.
     El título es literal. Los güeros son los protagonistas. Aunque imbéciles y güevones, por lo menos no son como los prietos: unos vándalos que se agarran a golpes o que los asaltan en las calles, o que los golpean. El líder de los prietos huelguistas se llama Furia. La chica linda de ojos claros es la que tiene la razón. Los demás aparecen en escenas dionisíacas bailando en torno a una fogata. La chica güera lleva meses en las guardias en la UNAM pero abandona su compromiso por razones tan incomprensibles como lo fue la huelga para el director, y en seguida abandona hasta a su personaje, cuando siendo ella estudiante de Letras se pone como actriz a burlarse del tono con el que hablan los personajes de Los Olvidados (a ninguna estudiante de Letras le interesa específicamente burlarse de Buñuel; al director de Güeros,  en cambio, sí le importa dejarlo claro: “Somos los güeros, no Los Olvidados, y nos ganamos premios internacionales como Buñuel). A esas alturas, comprendo perfectamente por qué ganó un premio internacional en tiempos de Peña Nieto. Salinas está de vuelta. Pasada primera hora, la película no sólo parece estar en contra de la huelga de la UNAM: parece hecha por la CIA, en un sexenio en que la administración está resuelta a privatizar la educación. ¿Será? Yo sé que no. Yo sé que está confeccionada por la estupidez de los televidentes y de los lectores de La Jornada, junto con la codicia de los Carlos Ímaz (quien cumplía órdenes de Rosario Robles en aquel entonces, como se vio en los videoescándalos), por los lectores de Monsiváis. Sé que ni la CIA lo habría hecho mejor.  He decidido quedarme a la sesión de preguntas y respuestas para corroborarlo. Después de la escena de burla de Los Olvidadosy la forma como hablan los nacos, ahora sí quiero conocer al director.
     El público ríe a carcajada batiente en la parte en la que los actores fuera de personaje imitan el acento de los nacos. Tanto, que me hace voltear a fijarme quiénes son: los que tomaron los asientos reservados, claro. Busco a la única negra que detecté entre el público al entrar a la sala, y que se estaba riendo al principio: ya ni sonríe, claro. Tampoco es tan tonta.
     El resto del tiempo de la película sí me preparo. ¿Qué voy a hacer? No sé. Lo único que sé es que nadie más va a defender aquí a los jóvenes que preservaron la educación gratuita en nuestro país. Ríanse los que están leyendo esto pero que en aquel entonces sólo veían televisión o no leían más que los periódicos. De todas formas las universidades públicas en Estados Unidos ya no existen, y eso es lo que se busca implantar en México. Si hubiera una película en la que se hubiera ofrecido algún contexto de por qué estalló esa huelga, por qué la resistencia, por qué los “moderados” eran los rubios “buenos” que querían poner “un fin negociado”  y los prietos eran unos irracionales violentos “por culpa de los cuales todo se arruinó”, los jóvenes norteamericanos ni siquiera sabrían de qué están hablando. Los adultos recordarían una lucha que perdieron. ¿El resultado? Un muchacho de 21 años estudiante de la UNAM, aún el más haragán, el más aviador, tiene una cultura general más amplia que la de su equivalente a la misma edad en la reconocida Universidad de Columbia o en la semipública (también cara) CUNY.  
     Lo que también recuerdan los adultos espectadores son huelgas de más de un año. Eso no es novedad aquí, ni en ningún lado. Para Ruizpalacios será un escándalo, pero la película que acaba de dirigir el socio de su productor Gael García Bernal —Diego Luna— sobre César Chávez habla de una huelga que duró cinco años. Me voy pensando en eso mientras finjo salir al baño para regresar por la otra puerta, ahora sí, con un plan.
     Mis años ayudando a Occupy Wall Street me ayudan, pero sobre todo me asiste la memoria de los jóvenes. Ningún estudiante debería ir a la cárcel en defensa de la educación gratuita. Me las arreglo para ser la primera a la que le den la palabra, pues así establezco el tono de lo que será la conversación y nadie más se atreverá a hacerle elogios desbordados como hacen los leguleyos en estos eventos. Lo hago tartamudear muchas veces. Lo obligo a explicarse. Termina contando cosas que nunca se imaginó que diría la noche de su estreno en Nueva York.
     —Primeramente, felicidades por todos tus premios —le digo en inglés, con una sonrisa, y me encargo de que mi voz se escuche por toda la sala, que está repleta—. Quería preguntarte, porque esta película fue sobre un movimiento que defendía la educación gratuita en México, cosa que aquí en Estados Unidos es inconcebible…
     Aquí hago una mención que Ruizpalacios no va entender, pero que va a resonar en los corazones de absolutamente todos los jóvenes asistentes: las deudas para pagar las colegiaturas. Porque, precisamente, ninguno de ellos va a una universidad completamente gratuita. Ése problema es una de las raíces de Occupy Wall Street y su puente con losindignados de España y Chile.
     —¿Tú estudiaste en una universidad pública? —le pregunto, ya que termino.
     —No. Yo iba a estudiar en la UNAM —dice él, con voz quebrada—, pero la huelga me lo impidió.
      —¿O sea que tú no fuiste educado en universidad pública?
      —No. Yo terminé estudiando en Londres.
     —Eso es todo. Gracias

El texto completo en: 

http://malu-huacuja-del-toro.blogspot.mx/2014/04/cronica-de-una-noche-arruinada-el-debut.html




lunes, 8 de septiembre de 2014

Filosofía natural del amor o Los debrayes de un verde puberto

El segundo largometraje del director Sebastián Hiriart, hijo de la también cineasta Guita Shyfter se titula  "Filosofía natural del amor" y es otra de las cintas que intentan seguir el llamado "Camino Reygadas" sin conseguirlo… pues el público sólo tiene cupo en su cerebro para un sólo debrayador exitoso, y no para sus cachorros mal encaminados.

De acuerdo con el director, la cinta esta inspirada en el libro del psicólogo Remy de Gourmont, en donde compara la conducta humana respecto al amor con los procesos reproductivos de los insectos y otros animales.

Algo que de entrada pudiera parecer interesante, de no ser porque Sebastián Hiriart expele verdura (por verde) en sus intentos por ser director, recetando en este filme una suerte de cocktail de varias historias maltrechas en las que curiosamente la única constante es la sensación de sentirse insecto por haber pagado y perder mas de hora y media en los debrayes de un casi puberto, porque Hiriart en realidad es veinteañero.

Con su amplia experiencia de vida (27 años) y no sin poca humildad, el director, quien ya antes nos había recetado un primer largometraje "A tiro de piedra", donde sacó por primera vez de la catacumbas de los engendros prógnatas al buen Gabino Rodríguez (a quien lo prógnata se le disculpa, pero lo mal actor no) intenta en este nuevo intento audiovisual hacer un mosaico de historias.

Sin embargo Sebastián Hiriart peca en esta cinta de todos los errores de la generación de los "cineastas iletrados" y hasta añade nuevos párrafos al presentar una mediocre estructura, un absoluto desconocimiento de la dirección de actores e incluso una fotografía que se tambalea entre el documental del Discovery Channel, la de cualquier video chafa de animales chuscos de Youtube (tan sólo ver la escena del gorilita), la de un reportaje de Ventaneando de Paty Chapoy (con las supuestas escenas de netas de pareja) e incluso le da por el "malinchismo disfrazado" al poner a dos gueritos extranjeros como símbolos de un Adan y Eva perdidos en un México salvaje donde las fuerzas de la naturaleza los hace peligrar… ah pero eso si, la premisa es que son gueritos… y extranjeros… porque no hubiera sido lo mismo poner, por ejemplo, a su cuate Gabino de Adán con una actriz "ñerita", porque entonces no podría explotar los arquetipos del paraíso y de las fábulas infantiles donde la pureza se encuentra en los "ricitos de oro".

Curiosamente hay algo de freudiano en esta historia de gueritos, pues investigando me encuentro con que los abuelos del director llegaron de Ucrania y Lituania a vivir a Costa Rica… ¿habrá un paralelismo entre esa historia de gueritos perdidos en un mundo tropical y lo que vivieron sus parientes? Aunque con el mal tratamiento de la cinta se vuelve una visión un tanto colonialista.

Al mismo tiempo, un Jorge Zárate bastante limitado se encarga de ponerle la cereza al pastel con otra limitada historia, donde a su vez participa una limitada Himmel.

Es así como a medida que "Filosofía natural del amor"se convierte poco a poco en una bola de nieve en la que la premisa supuestamente era el amor, eran los insectos, era el intento por hacer un tratado filosófico y sociológico, pero uno comienza a entender que es partícipe de una farsa mas de directores novatos que al no saber narrar una historia se inclinan por hacer cocteles que recuerdan esas grabaciones amontonadas que uno descubre en sus VHS antiguos (cuando uno los mira por nostalgia) y donde lo mismo puede aparecer una mariposa saliendo de su capullo, grabada una tarde en un programa documental de Canal 11, que una escena de "Porqué callamos las mujeres", una visita al zoológico donde nos burlamos de las nalguitas del gorila preso o las opiniones de recuerdos y terapia de pareja de ese programa mañanero para amas de casa que solían transmitir por Televisión Educativa.

En resumen, a Sebastián Hiriart, le harían falta cinco buenos consejos antes de iniciar siquiera a pensar en su tercera película: 1) Olvidarse que es guerito  2) Dejar de lucrar con el sobrenombre de "cineasta independiente", pues su anterior cinta "A tiro de piedra" recibió un jugoso apoyo por parte de IMCINE para ser finalizada 3) Dejar descansar a su amigo Gabino y pagarle unas clases de actuación, de perdida en la AMCI  4) Dejar de prenderle velas al altar de Carlos Reygadas que seguramente tiene en su recámara y tratar de mirar, como decía Octavio Paz en el Laberinto de la Soledad, su propio reflejo distorsionado en las aguas del río… y 5) Madurar.





sábado, 6 de septiembre de 2014

Una plegaria Punk, crítica

“El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma”. Bertolt Brecht.
Esas palabras de Brecht que aparecen en pantalla justo al principio, dictando la dirección del documental Pussy Riot: una plegaria punk (2013) y la aproximación a la historia que está por ser contada, reflejan también la filosofía del famoso grupo de punk ruso compuesto sólo por mujeres, aquel que “martilló al mundo con esos treinta segundos en el altar de la catedral más importante de Moscú, desatando una cadena de eventos que convirtieron su posterior juicio en el foco de los medios de comunicación”, dice Serena Davies, periodista del medio británico The Telegraph.

El documental, dirigido por Mike Lerner y Maxim Pozdorovkin, cuenta la historia de las tres integrantes base de Pussy Riot, Nadezhda Tolokonnikova, Maria Alyokhina y Yekaterina Samutsevich, y va con ellas de la mano desde la audaz irrupción en la catedral de Cristo Salvador de Moscú hasta el juicio, que, como afirma Davies, se convirtió en la plataforma perfecta para mostrar el carácter opresivo del régimen que las condenó a un castigo excesivo.

No hay que creer en su causa ni hay que apreciar su música —que, está bien, no es tan grande como el gesto político, es más una manifestación o protesta que arte— para valorar y sorprenderse por las agallas de las tres mujeres que conquistaron sin miedo, por un momento, un templo ortodoxo que defiende el orden que ellas aún denuncian. Un instante valió más que sus consecuencias.

En su presentación en el altar de la catedral, las integrantes del grupo punk le piden a la Virgen que saque a Putin del poder, quien en ese entonces comenzaba a ser llamado “zar” por algunos miembros de la oposición. El acto registrado por las cámaras se convirtió en el símbolo más notable del descontento de una parte de la sociedad rusa con un régimen que continúa (perpetuándose) en el poder.
Se cree que a Pussy Riot lo componen unas treinta mujeres en Rusia. Se presentan en público con sus coloridas máscaras o balaclavas y con sus letras presentan una forma de disidencia ciudadana sin afiliaciones con la política tradicional: “Las cosas no están bien y más vale hacer algo al respecto”.

Luego del polémico juicio, en el que una de las tres acusadas logró ser liberada después de apelar la sentencia, Tolokonnikova y Alyokhina fueron condenadas a dos años de prisión en distintas colonias penales rusas.

Después de ser liberadas volvieron a ser detenidas en repetidas ocasiones. Pero ellas siguen defendiendo su causa, y seguramente no dejarán de hacerlo hasta que Putin salga del poder.

Casi 30,Crítica

La cinta escrita y dirigida por Alejandro Sugich, y estelarizada por Manuel Balbi, Eiza González y Sara Maldonado, Casi treinta, es una obra insípida e intrascendente que gira en torno de los problemas vocacionales de un lagartón que a sus 30 aun no sabe hacia a dónde se dirige.
El personaje principal se llama Emilio, quien está a punto de casarse con Lucía, una chica que conoció en el trabajo, luego de vivir una relación de final desafortunado con Cristina (Eiza González).
En un principio, Lucía parece lo que Emilio desea para su vida,  pero en cuanto le entrega el anillo Lucía se transforma, con lo cual la vida de Emilio parece sumergirse en un infierno de conformidad.
Este se mantiene en negación, pero las cosas cambian cuando decide ir a la boda de un amigo de la infancia, en su natal Sonora, para encontrarse con el mundo que decidió abandonar al partir hacia el D.F.
El planteamiento de Casi treinta (México, 2013) es material de una buena cinta de comedia, pero su ejecución deja mucho que desear.
El filme posee muchos errores de guión, entre ellos personajes mal dibujados y diálogos incongruentes o tan inocuos que parecen dignos de un video-blog.
Y para colmo, malas actuaciones… lo cual hace que la película oscile entre una comedia ligera, una farsa y un melodrama chafa: No hay empatía con los personajes, sus historia o sus dramas; todos parecen igual de estúpidos.
Casi treinta no parece ser el trabajo de un autor, sino el capricho de un sujeto sin oficio que deseaba hacer una cinta a toda costa, así como el personaje principal, un sujeto ajeno al mundo literario que desea convertirse en escritor.C

Tom en el granero, Crítica

A sus escasos 25 años de edad, con cuatro largometrajes estrenados y más de 35 premios internacionales (incluido el del Jurado en Cannes por su más reciente cinta Mommy), el joven cineasta canadiense Xavier Dolan se ha ganado a pulso el mote de enfant terrible del cine actual mediante una carrera vertiginosa, de filmes interesantes que perfilan un futuro francamente prometedor.

Poco conocido en México más allá de festivales y demás circuitos cinéfilos, su tercer largometraje, Tom en la Granja, será el primero en estrenarse de forma comercial en nuestro país, oportunidad en verdad única para conocer el estilo cada vez más depurado de un cineasta que sorprende por su soltura y habilidad de puesta en imágenes.

Como bien menciona Guy Lodge en su reseña para Variety, la trama de esta película bien podría estar basada en la famosa canción Coffee and TV del grupo británico Blur (¿Vas a ir al campo?, no está muy lejos, habrá ahí gente que te lastime por ser quién eres). Justo eso es lo que le sucede a Tom (Dolan mismo) joven canadiense, citadino, de profesión publicista, que llega a la granja de la familia deGuillame, su recién fallecido novio.

La sorpresa vendrá cuando Tom se dé cuenta que la madre de su novio, Agatha (Lise Roy), en realidad no sabe que su hijo era homosexual, y no lo sabe gracias a los interminables esfuerzos deFrancis (Pierre-Yves Cardinal), el homófobo y muy violento hermano de Guillame quién todo este tiempo ha engañado a su madre haciéndole creer que su hijo era heterosexual y que además tenía una guapa novia.

Francis de inmediato amenaza a Tom para que le siga el juego, continúe con la mentira  y se largue de ahí cuanto antes; pero ello no será fácil, la manipulación disfrazada de fragilidad y melancolía de la madre, además de la furia homófoba de Francis harán cuasi imposible huir del lugar.

Si bien el contexto homosexual es importante, Dolan no tiene intención alguna de volver esto un discurso sobre la tolerancia ni mucho menos (de hecho pareciera divertirse al torturar a su propio personaje con toda una serie de situaciones límite respecto a decir la verdad y asumir su sexualidad), lo que importa al cineasta es hacer un ejercicio de género; estamos ante un thriller oscuro, de tintes macabros, a veces eróticos, de aquellos donde la dirección de las acciones no es fácil de adivinar.

“¿Por qué crees que a los treinta años sigo viviendo con mi madre?” le espeta en algún momentoFrancis a Tom, en un lance que solo incrementa la oscura relación homoerótica que se desata entre ambos y de la cual Tom pareciera aceptar veladamente en una especie de auto-secuestro psicológico que irá incrementando la intriga y la tensión.

La homosexualidad delatora estará latente todo el tiempo; los secretos irán surgiendo poco a poco yDolan hará todo lo posible para exacerbar el escenario: cambiando sus encuadres (planos abiertos al inicio, close-ups rumbo al final), modificando el formato de proyección al vuelo (de full screen a panorámico) y acompañándose (tal vez excesivamente) de la ominosa música a cargo de Gabirel Yared, quien impregna en todo momento una sensación de peligro y delirio francamente perturbadora.

Es un cliché decir que un thriller (el que sea) evoca a Hitchcock, pero en el caso de este cinta los guiños son varios, desde aquella escena en la regadera, pasando por el personaje de la madre o la ya mencionada banda sonora que se encaja perfecto: esa versión en francés de “The Windmills of Your Mind” el inicio del filme y el cierre con la exacta “Going to a Town” de Rufus Wainwright.

Sorpresivo que alguien con tan sólo 25 años sepa manipular con tal soltura aquellos hilos que nos alteran, nos perturban y nos emocionan en una pieza de buen cine.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Cumbres, la historia de un crimen

La entrevista que en la Jornada realizaron al director de Cumbres: Gabriel Nuncio lleva un año hablando sobre un mismo tema, su película Cumbres (2013) que se estrena el 14 de agosto en la Cineteca Nacional luego de haber pasado por foros como el Riviera Maya Film Fest (Premio Jurado Joven), el Baja Film Festival y el FICUNAM. El joven director regiomontano habla en entrevista sobre la experiencia de escribir y dirigir su primer largometraje, un filme sobrio acerca de dos hermanas en el norte del país quienes escapan de su casa a raíz de un crimen y se ven obligadas a reinventar su relación.
Cumbres luce como un primer ejercicio interesante de alguien que tras varios años de fungir como productor ejecutivo en la compañía Canana, se ha podido dar el tiempo para concretar su opera prima. De manifestaciones anímicas calculadas, la película descansa sobre la hondura psicológica de sus dos protagonistas. No da lugar para despliegues artificiosos sino que exhibe la personalidad abismada de dos personas quienes escapan sin rumbo definido. Todo el relato está basado en hechos reales.
–¿En qué te basaste para escribir Cumbres?
–La película está inspirada en un caso muy famoso en Monterrey, en el último crimen con nombre y apellido que se cometió en el noreste hace ocho años antes de que empezara toda esta guerra contra el crimen. Después de estar leyendo la nota roja en todos los medios, en dos líneas encontré la historia de esta película que era lo que a mí me interesaba: la huida de uno de los protagonistas del crimen con su hermano. Luego de pensar por qué me interesó esto, encontré lazos personales de mi relación con mis hermanos, de cómo una tragedia te une con alguien.
–¿Hiciste investigación?
–No hice investigación, cayó sola. De repente uno de los actores me decía: “oye un gran amigo mío fue el abogado de la chica que atacaron”. Entonces platiqué con él a una semana del rodaje. Es un personaje que parece mentira, tiene un cráneo en su escritorio y te cuenta todo el caso actuando. Sabía detalles mórbidos de todo lo que pasó y de ahí tomé algunas cosas que me podían servir.
–¿Cómo describirías el trabajo de construcción de tus personajes? ¿De dónde te fuiste nutriendo a parte de los hechos reales?
–La película la fui pensando desde el 2006. La platiqué tanto que en aproximadamente una semana vacié todo, luego empecé a retrabajar los diálogos. La primera parte era lo que yo iba sacando de mi imaginación contra lo que fui observando en mis propios protagonistas. Cuando decidí que iban a ser chicas, la mayor parte del proceso, ensayos y ejercicios consistían en pasar tiempo juntos. Una de ellas no sabía manejar y tuvo que aprender. Comenzaron a surgir pequeñas anécdotas entre nosotros, así empiezas a hacerte cómplice y de ahí sale la segunda parte del guión.
–En tu película hay un notable cuidado de lo formal, de la fotografía, la puesta en cuadro… ¿Podemos hablar de influencias en particular de algunos directores en tu proyecto?
–La verdad es que no y esto fue un problema para el fotógrafo. Mi siguiente película es una comedia entonces si habláramos de eso está Woody Allen. En esta película teníamos fotografías que yo había estado juntando durante mucho tiempo y era ver esas fotografías y decir: “esto quiero en la imagen”. No tengo ningún director a la mano en el que haya pensado para hacer esta película.
–¿Quizá las influencias no son conscientes?
–Yo creo que sí y está mejor que no sean conscientes porque por ejemplo una vez en un festival no me eligieron pero me dicen la película “es como Antonioni y El eclipse” y no tiene nada que ver.
–Lo que pasa con Antonioni es que decía que generalmente en el cine comercial, sobre todo el de Hollywood, vemos a personajes cometiendo un asesinato o algo así pero nunca hay momentos para que veamos a esos personajes a solas asumiendo las consecuencias de esos actos. Creo que tu película nos deja con los personajes ahí, digamos que se puede ver a la chica supuestamente asesina enfrentando las consecuencias de eso que hizo.
–En eso tienes razón aunque quizá estéticamente no en cuanto a valor del plano, etcétera; pero atmosféricamente y de personajes sí tiene este sentido. En El eclipse en una casa de bolsa hay un momento en el que un hombre pierde todo su dinero y la cámara lo sigue y lo único que acaba haciendo es pidiendo un sándwich y disfrutando el día después de eso tan fuerte que le sucedió… En realidad luego también es como un atentado pensar en estos directores. La verdad yo quisiera que mis futuras películas muestren mis influencias muy idiosincrásicas de Monterrey.
–¿Es tu intención trabajar ese contexto?
–Sí, tengo muchas historias de adolescentes y no podría hacerlas en la ciudad de México. Bueno, es curioso porque hace poco escribí una que se llama Los herederos, desarrollada en Monterrey en los años 90 y acabó siendo en Satélite en mi época actual, entonces pues yo no la dirijo. Como director me interesa explorar esa región del noreste.
–Has producido películas también muy interesantes: Voy a explotar, El lenguaje de los machetes… ¿Cómo estás palpando el momento actual para los cineastas jóvenes?
–Creo que hay dos rutas que están empezando a ocurrir, una es de cineastas de otros estados. Creo que lo que está pasando es que es tan accesible hacer cine que puedes hacer películas ahorrando dinero. Justamente ahora produje una que se llama Mañana psicotrópica y que no se ha terminado pero que costó 60 mil pesos. Lo que está sucediendo es que de pronto vamos a ver películas hechas en Reynosa, en Sonora, en todas estas geografías que nosotros no reconocemos y que van a tener una idiosincrasia y una personalidad muy particular; a lo mejor en su manufactura se van a ver las costuras pero van a tener una idea. Creo que los siguientes cinco años vamos a estar viendo filmes de directores cuyas primeras y segundas películas no conocimos y eso me interesa mucho.

Pussy Riot, una plegaria punk

“El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma”. Bertolt Brecht.
Esas palabras de Brecht que aparecen en pantalla justo al principio, dictando la dirección del documental Pussy Riot: una plegaria punk (2013) y la aproximación a la historia que está por ser contada, reflejan también la filosofía del famoso grupo de punk ruso compuesto sólo por mujeres, aquel que “martilló al mundo con esos treinta segundos en el altar de la catedral más importante de Moscú, desatando una cadena de eventos que convirtieron su posterior juicio en el foco de los medios de comunicación”, dice Serena Davies, periodista del medio británico The Telegraph.
El documental, dirigido por Mike Lerner y Maxim Pozdorovkin, cuenta la historia de las tres integrantes base de Pussy Riot, Nadezhda Tolokonnikova, Maria Alyokhina y Yekaterina Samutsevich, y va con ellas de la mano desde la audaz irrupción en la catedral de Cristo Salvador de Moscú hasta el juicio, que, como afirma Davies, se convirtió en la plataforma perfecta para mostrar el carácter opresivo del régimen que las condenó a un castigo excesivo.
No hay que creer en su causa ni hay que apreciar su música —que, está bien, no es tan grande como el gesto político, es más una manifestación o protesta que arte— para valorar y sorprenderse por las agallas de las tres mujeres que conquistaron sin miedo, por un momento, un templo ortodoxo que defiende el orden que ellas aún denuncian. Un instante valió más que sus consecuencias.
En su presentación en el altar de la catedral, las integrantes del grupo punk le piden a la Virgen que saque a Putin del poder, quien en ese entonces comenzaba a ser llamado “zar” por algunos miembros de la oposición. El acto registrado por las cámaras se convirtió en el símbolo más notable del descontento de una parte de la sociedad rusa con un régimen que continúa (perpetuándose) en el poder.
Se cree que a Pussy Riot lo componen unas treinta mujeres en Rusia. Se presentan en público con sus coloridas máscaras o balaclavas y con sus letras presentan una forma de disidencia ciudadana sin afiliaciones con la política tradicional: “Las cosas no están bien y más vale hacer algo al respecto”.
Luego del polémico juicio, en el que una de las tres acusadas logró ser liberada después de apelar la sentencia, Tolokonnikova y Alyokhina fueron condenadas a dos años de prisión en distintas colonias penales rusas.
Después de ser liberadas volvieron a ser detenidas en repetidas ocasiones. Pero ellas siguen defendiendo su causa, y seguramente no dejarán de hacerlo hasta que Putin salga del poder.