lunes, 8 de septiembre de 2014

Filosofía natural del amor o Los debrayes de un verde puberto

El segundo largometraje del director Sebastián Hiriart, hijo de la también cineasta Guita Shyfter se titula  "Filosofía natural del amor" y es otra de las cintas que intentan seguir el llamado "Camino Reygadas" sin conseguirlo… pues el público sólo tiene cupo en su cerebro para un sólo debrayador exitoso, y no para sus cachorros mal encaminados.

De acuerdo con el director, la cinta esta inspirada en el libro del psicólogo Remy de Gourmont, en donde compara la conducta humana respecto al amor con los procesos reproductivos de los insectos y otros animales.

Algo que de entrada pudiera parecer interesante, de no ser porque Sebastián Hiriart expele verdura (por verde) en sus intentos por ser director, recetando en este filme una suerte de cocktail de varias historias maltrechas en las que curiosamente la única constante es la sensación de sentirse insecto por haber pagado y perder mas de hora y media en los debrayes de un casi puberto, porque Hiriart en realidad es veinteañero.

Con su amplia experiencia de vida (27 años) y no sin poca humildad, el director, quien ya antes nos había recetado un primer largometraje "A tiro de piedra", donde sacó por primera vez de la catacumbas de los engendros prógnatas al buen Gabino Rodríguez (a quien lo prógnata se le disculpa, pero lo mal actor no) intenta en este nuevo intento audiovisual hacer un mosaico de historias.

Sin embargo Sebastián Hiriart peca en esta cinta de todos los errores de la generación de los "cineastas iletrados" y hasta añade nuevos párrafos al presentar una mediocre estructura, un absoluto desconocimiento de la dirección de actores e incluso una fotografía que se tambalea entre el documental del Discovery Channel, la de cualquier video chafa de animales chuscos de Youtube (tan sólo ver la escena del gorilita), la de un reportaje de Ventaneando de Paty Chapoy (con las supuestas escenas de netas de pareja) e incluso le da por el "malinchismo disfrazado" al poner a dos gueritos extranjeros como símbolos de un Adan y Eva perdidos en un México salvaje donde las fuerzas de la naturaleza los hace peligrar… ah pero eso si, la premisa es que son gueritos… y extranjeros… porque no hubiera sido lo mismo poner, por ejemplo, a su cuate Gabino de Adán con una actriz "ñerita", porque entonces no podría explotar los arquetipos del paraíso y de las fábulas infantiles donde la pureza se encuentra en los "ricitos de oro".

Curiosamente hay algo de freudiano en esta historia de gueritos, pues investigando me encuentro con que los abuelos del director llegaron de Ucrania y Lituania a vivir a Costa Rica… ¿habrá un paralelismo entre esa historia de gueritos perdidos en un mundo tropical y lo que vivieron sus parientes? Aunque con el mal tratamiento de la cinta se vuelve una visión un tanto colonialista.

Al mismo tiempo, un Jorge Zárate bastante limitado se encarga de ponerle la cereza al pastel con otra limitada historia, donde a su vez participa una limitada Himmel.

Es así como a medida que "Filosofía natural del amor"se convierte poco a poco en una bola de nieve en la que la premisa supuestamente era el amor, eran los insectos, era el intento por hacer un tratado filosófico y sociológico, pero uno comienza a entender que es partícipe de una farsa mas de directores novatos que al no saber narrar una historia se inclinan por hacer cocteles que recuerdan esas grabaciones amontonadas que uno descubre en sus VHS antiguos (cuando uno los mira por nostalgia) y donde lo mismo puede aparecer una mariposa saliendo de su capullo, grabada una tarde en un programa documental de Canal 11, que una escena de "Porqué callamos las mujeres", una visita al zoológico donde nos burlamos de las nalguitas del gorila preso o las opiniones de recuerdos y terapia de pareja de ese programa mañanero para amas de casa que solían transmitir por Televisión Educativa.

En resumen, a Sebastián Hiriart, le harían falta cinco buenos consejos antes de iniciar siquiera a pensar en su tercera película: 1) Olvidarse que es guerito  2) Dejar de lucrar con el sobrenombre de "cineasta independiente", pues su anterior cinta "A tiro de piedra" recibió un jugoso apoyo por parte de IMCINE para ser finalizada 3) Dejar descansar a su amigo Gabino y pagarle unas clases de actuación, de perdida en la AMCI  4) Dejar de prenderle velas al altar de Carlos Reygadas que seguramente tiene en su recámara y tratar de mirar, como decía Octavio Paz en el Laberinto de la Soledad, su propio reflejo distorsionado en las aguas del río… y 5) Madurar.





sábado, 6 de septiembre de 2014

Una plegaria Punk, crítica

“El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma”. Bertolt Brecht.
Esas palabras de Brecht que aparecen en pantalla justo al principio, dictando la dirección del documental Pussy Riot: una plegaria punk (2013) y la aproximación a la historia que está por ser contada, reflejan también la filosofía del famoso grupo de punk ruso compuesto sólo por mujeres, aquel que “martilló al mundo con esos treinta segundos en el altar de la catedral más importante de Moscú, desatando una cadena de eventos que convirtieron su posterior juicio en el foco de los medios de comunicación”, dice Serena Davies, periodista del medio británico The Telegraph.

El documental, dirigido por Mike Lerner y Maxim Pozdorovkin, cuenta la historia de las tres integrantes base de Pussy Riot, Nadezhda Tolokonnikova, Maria Alyokhina y Yekaterina Samutsevich, y va con ellas de la mano desde la audaz irrupción en la catedral de Cristo Salvador de Moscú hasta el juicio, que, como afirma Davies, se convirtió en la plataforma perfecta para mostrar el carácter opresivo del régimen que las condenó a un castigo excesivo.

No hay que creer en su causa ni hay que apreciar su música —que, está bien, no es tan grande como el gesto político, es más una manifestación o protesta que arte— para valorar y sorprenderse por las agallas de las tres mujeres que conquistaron sin miedo, por un momento, un templo ortodoxo que defiende el orden que ellas aún denuncian. Un instante valió más que sus consecuencias.

En su presentación en el altar de la catedral, las integrantes del grupo punk le piden a la Virgen que saque a Putin del poder, quien en ese entonces comenzaba a ser llamado “zar” por algunos miembros de la oposición. El acto registrado por las cámaras se convirtió en el símbolo más notable del descontento de una parte de la sociedad rusa con un régimen que continúa (perpetuándose) en el poder.
Se cree que a Pussy Riot lo componen unas treinta mujeres en Rusia. Se presentan en público con sus coloridas máscaras o balaclavas y con sus letras presentan una forma de disidencia ciudadana sin afiliaciones con la política tradicional: “Las cosas no están bien y más vale hacer algo al respecto”.

Luego del polémico juicio, en el que una de las tres acusadas logró ser liberada después de apelar la sentencia, Tolokonnikova y Alyokhina fueron condenadas a dos años de prisión en distintas colonias penales rusas.

Después de ser liberadas volvieron a ser detenidas en repetidas ocasiones. Pero ellas siguen defendiendo su causa, y seguramente no dejarán de hacerlo hasta que Putin salga del poder.

Casi 30,Crítica

La cinta escrita y dirigida por Alejandro Sugich, y estelarizada por Manuel Balbi, Eiza González y Sara Maldonado, Casi treinta, es una obra insípida e intrascendente que gira en torno de los problemas vocacionales de un lagartón que a sus 30 aun no sabe hacia a dónde se dirige.
El personaje principal se llama Emilio, quien está a punto de casarse con Lucía, una chica que conoció en el trabajo, luego de vivir una relación de final desafortunado con Cristina (Eiza González).
En un principio, Lucía parece lo que Emilio desea para su vida,  pero en cuanto le entrega el anillo Lucía se transforma, con lo cual la vida de Emilio parece sumergirse en un infierno de conformidad.
Este se mantiene en negación, pero las cosas cambian cuando decide ir a la boda de un amigo de la infancia, en su natal Sonora, para encontrarse con el mundo que decidió abandonar al partir hacia el D.F.
El planteamiento de Casi treinta (México, 2013) es material de una buena cinta de comedia, pero su ejecución deja mucho que desear.
El filme posee muchos errores de guión, entre ellos personajes mal dibujados y diálogos incongruentes o tan inocuos que parecen dignos de un video-blog.
Y para colmo, malas actuaciones… lo cual hace que la película oscile entre una comedia ligera, una farsa y un melodrama chafa: No hay empatía con los personajes, sus historia o sus dramas; todos parecen igual de estúpidos.
Casi treinta no parece ser el trabajo de un autor, sino el capricho de un sujeto sin oficio que deseaba hacer una cinta a toda costa, así como el personaje principal, un sujeto ajeno al mundo literario que desea convertirse en escritor.C

Tom en el granero, Crítica

A sus escasos 25 años de edad, con cuatro largometrajes estrenados y más de 35 premios internacionales (incluido el del Jurado en Cannes por su más reciente cinta Mommy), el joven cineasta canadiense Xavier Dolan se ha ganado a pulso el mote de enfant terrible del cine actual mediante una carrera vertiginosa, de filmes interesantes que perfilan un futuro francamente prometedor.

Poco conocido en México más allá de festivales y demás circuitos cinéfilos, su tercer largometraje, Tom en la Granja, será el primero en estrenarse de forma comercial en nuestro país, oportunidad en verdad única para conocer el estilo cada vez más depurado de un cineasta que sorprende por su soltura y habilidad de puesta en imágenes.

Como bien menciona Guy Lodge en su reseña para Variety, la trama de esta película bien podría estar basada en la famosa canción Coffee and TV del grupo británico Blur (¿Vas a ir al campo?, no está muy lejos, habrá ahí gente que te lastime por ser quién eres). Justo eso es lo que le sucede a Tom (Dolan mismo) joven canadiense, citadino, de profesión publicista, que llega a la granja de la familia deGuillame, su recién fallecido novio.

La sorpresa vendrá cuando Tom se dé cuenta que la madre de su novio, Agatha (Lise Roy), en realidad no sabe que su hijo era homosexual, y no lo sabe gracias a los interminables esfuerzos deFrancis (Pierre-Yves Cardinal), el homófobo y muy violento hermano de Guillame quién todo este tiempo ha engañado a su madre haciéndole creer que su hijo era heterosexual y que además tenía una guapa novia.

Francis de inmediato amenaza a Tom para que le siga el juego, continúe con la mentira  y se largue de ahí cuanto antes; pero ello no será fácil, la manipulación disfrazada de fragilidad y melancolía de la madre, además de la furia homófoba de Francis harán cuasi imposible huir del lugar.

Si bien el contexto homosexual es importante, Dolan no tiene intención alguna de volver esto un discurso sobre la tolerancia ni mucho menos (de hecho pareciera divertirse al torturar a su propio personaje con toda una serie de situaciones límite respecto a decir la verdad y asumir su sexualidad), lo que importa al cineasta es hacer un ejercicio de género; estamos ante un thriller oscuro, de tintes macabros, a veces eróticos, de aquellos donde la dirección de las acciones no es fácil de adivinar.

“¿Por qué crees que a los treinta años sigo viviendo con mi madre?” le espeta en algún momentoFrancis a Tom, en un lance que solo incrementa la oscura relación homoerótica que se desata entre ambos y de la cual Tom pareciera aceptar veladamente en una especie de auto-secuestro psicológico que irá incrementando la intriga y la tensión.

La homosexualidad delatora estará latente todo el tiempo; los secretos irán surgiendo poco a poco yDolan hará todo lo posible para exacerbar el escenario: cambiando sus encuadres (planos abiertos al inicio, close-ups rumbo al final), modificando el formato de proyección al vuelo (de full screen a panorámico) y acompañándose (tal vez excesivamente) de la ominosa música a cargo de Gabirel Yared, quien impregna en todo momento una sensación de peligro y delirio francamente perturbadora.

Es un cliché decir que un thriller (el que sea) evoca a Hitchcock, pero en el caso de este cinta los guiños son varios, desde aquella escena en la regadera, pasando por el personaje de la madre o la ya mencionada banda sonora que se encaja perfecto: esa versión en francés de “The Windmills of Your Mind” el inicio del filme y el cierre con la exacta “Going to a Town” de Rufus Wainwright.

Sorpresivo que alguien con tan sólo 25 años sepa manipular con tal soltura aquellos hilos que nos alteran, nos perturban y nos emocionan en una pieza de buen cine.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Cumbres, la historia de un crimen

La entrevista que en la Jornada realizaron al director de Cumbres: Gabriel Nuncio lleva un año hablando sobre un mismo tema, su película Cumbres (2013) que se estrena el 14 de agosto en la Cineteca Nacional luego de haber pasado por foros como el Riviera Maya Film Fest (Premio Jurado Joven), el Baja Film Festival y el FICUNAM. El joven director regiomontano habla en entrevista sobre la experiencia de escribir y dirigir su primer largometraje, un filme sobrio acerca de dos hermanas en el norte del país quienes escapan de su casa a raíz de un crimen y se ven obligadas a reinventar su relación.
Cumbres luce como un primer ejercicio interesante de alguien que tras varios años de fungir como productor ejecutivo en la compañía Canana, se ha podido dar el tiempo para concretar su opera prima. De manifestaciones anímicas calculadas, la película descansa sobre la hondura psicológica de sus dos protagonistas. No da lugar para despliegues artificiosos sino que exhibe la personalidad abismada de dos personas quienes escapan sin rumbo definido. Todo el relato está basado en hechos reales.
–¿En qué te basaste para escribir Cumbres?
–La película está inspirada en un caso muy famoso en Monterrey, en el último crimen con nombre y apellido que se cometió en el noreste hace ocho años antes de que empezara toda esta guerra contra el crimen. Después de estar leyendo la nota roja en todos los medios, en dos líneas encontré la historia de esta película que era lo que a mí me interesaba: la huida de uno de los protagonistas del crimen con su hermano. Luego de pensar por qué me interesó esto, encontré lazos personales de mi relación con mis hermanos, de cómo una tragedia te une con alguien.
–¿Hiciste investigación?
–No hice investigación, cayó sola. De repente uno de los actores me decía: “oye un gran amigo mío fue el abogado de la chica que atacaron”. Entonces platiqué con él a una semana del rodaje. Es un personaje que parece mentira, tiene un cráneo en su escritorio y te cuenta todo el caso actuando. Sabía detalles mórbidos de todo lo que pasó y de ahí tomé algunas cosas que me podían servir.
–¿Cómo describirías el trabajo de construcción de tus personajes? ¿De dónde te fuiste nutriendo a parte de los hechos reales?
–La película la fui pensando desde el 2006. La platiqué tanto que en aproximadamente una semana vacié todo, luego empecé a retrabajar los diálogos. La primera parte era lo que yo iba sacando de mi imaginación contra lo que fui observando en mis propios protagonistas. Cuando decidí que iban a ser chicas, la mayor parte del proceso, ensayos y ejercicios consistían en pasar tiempo juntos. Una de ellas no sabía manejar y tuvo que aprender. Comenzaron a surgir pequeñas anécdotas entre nosotros, así empiezas a hacerte cómplice y de ahí sale la segunda parte del guión.
–En tu película hay un notable cuidado de lo formal, de la fotografía, la puesta en cuadro… ¿Podemos hablar de influencias en particular de algunos directores en tu proyecto?
–La verdad es que no y esto fue un problema para el fotógrafo. Mi siguiente película es una comedia entonces si habláramos de eso está Woody Allen. En esta película teníamos fotografías que yo había estado juntando durante mucho tiempo y era ver esas fotografías y decir: “esto quiero en la imagen”. No tengo ningún director a la mano en el que haya pensado para hacer esta película.
–¿Quizá las influencias no son conscientes?
–Yo creo que sí y está mejor que no sean conscientes porque por ejemplo una vez en un festival no me eligieron pero me dicen la película “es como Antonioni y El eclipse” y no tiene nada que ver.
–Lo que pasa con Antonioni es que decía que generalmente en el cine comercial, sobre todo el de Hollywood, vemos a personajes cometiendo un asesinato o algo así pero nunca hay momentos para que veamos a esos personajes a solas asumiendo las consecuencias de esos actos. Creo que tu película nos deja con los personajes ahí, digamos que se puede ver a la chica supuestamente asesina enfrentando las consecuencias de eso que hizo.
–En eso tienes razón aunque quizá estéticamente no en cuanto a valor del plano, etcétera; pero atmosféricamente y de personajes sí tiene este sentido. En El eclipse en una casa de bolsa hay un momento en el que un hombre pierde todo su dinero y la cámara lo sigue y lo único que acaba haciendo es pidiendo un sándwich y disfrutando el día después de eso tan fuerte que le sucedió… En realidad luego también es como un atentado pensar en estos directores. La verdad yo quisiera que mis futuras películas muestren mis influencias muy idiosincrásicas de Monterrey.
–¿Es tu intención trabajar ese contexto?
–Sí, tengo muchas historias de adolescentes y no podría hacerlas en la ciudad de México. Bueno, es curioso porque hace poco escribí una que se llama Los herederos, desarrollada en Monterrey en los años 90 y acabó siendo en Satélite en mi época actual, entonces pues yo no la dirijo. Como director me interesa explorar esa región del noreste.
–Has producido películas también muy interesantes: Voy a explotar, El lenguaje de los machetes… ¿Cómo estás palpando el momento actual para los cineastas jóvenes?
–Creo que hay dos rutas que están empezando a ocurrir, una es de cineastas de otros estados. Creo que lo que está pasando es que es tan accesible hacer cine que puedes hacer películas ahorrando dinero. Justamente ahora produje una que se llama Mañana psicotrópica y que no se ha terminado pero que costó 60 mil pesos. Lo que está sucediendo es que de pronto vamos a ver películas hechas en Reynosa, en Sonora, en todas estas geografías que nosotros no reconocemos y que van a tener una idiosincrasia y una personalidad muy particular; a lo mejor en su manufactura se van a ver las costuras pero van a tener una idea. Creo que los siguientes cinco años vamos a estar viendo filmes de directores cuyas primeras y segundas películas no conocimos y eso me interesa mucho.

Pussy Riot, una plegaria punk

“El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma”. Bertolt Brecht.
Esas palabras de Brecht que aparecen en pantalla justo al principio, dictando la dirección del documental Pussy Riot: una plegaria punk (2013) y la aproximación a la historia que está por ser contada, reflejan también la filosofía del famoso grupo de punk ruso compuesto sólo por mujeres, aquel que “martilló al mundo con esos treinta segundos en el altar de la catedral más importante de Moscú, desatando una cadena de eventos que convirtieron su posterior juicio en el foco de los medios de comunicación”, dice Serena Davies, periodista del medio británico The Telegraph.
El documental, dirigido por Mike Lerner y Maxim Pozdorovkin, cuenta la historia de las tres integrantes base de Pussy Riot, Nadezhda Tolokonnikova, Maria Alyokhina y Yekaterina Samutsevich, y va con ellas de la mano desde la audaz irrupción en la catedral de Cristo Salvador de Moscú hasta el juicio, que, como afirma Davies, se convirtió en la plataforma perfecta para mostrar el carácter opresivo del régimen que las condenó a un castigo excesivo.
No hay que creer en su causa ni hay que apreciar su música —que, está bien, no es tan grande como el gesto político, es más una manifestación o protesta que arte— para valorar y sorprenderse por las agallas de las tres mujeres que conquistaron sin miedo, por un momento, un templo ortodoxo que defiende el orden que ellas aún denuncian. Un instante valió más que sus consecuencias.
En su presentación en el altar de la catedral, las integrantes del grupo punk le piden a la Virgen que saque a Putin del poder, quien en ese entonces comenzaba a ser llamado “zar” por algunos miembros de la oposición. El acto registrado por las cámaras se convirtió en el símbolo más notable del descontento de una parte de la sociedad rusa con un régimen que continúa (perpetuándose) en el poder.
Se cree que a Pussy Riot lo componen unas treinta mujeres en Rusia. Se presentan en público con sus coloridas máscaras o balaclavas y con sus letras presentan una forma de disidencia ciudadana sin afiliaciones con la política tradicional: “Las cosas no están bien y más vale hacer algo al respecto”.
Luego del polémico juicio, en el que una de las tres acusadas logró ser liberada después de apelar la sentencia, Tolokonnikova y Alyokhina fueron condenadas a dos años de prisión en distintas colonias penales rusas.
Después de ser liberadas volvieron a ser detenidas en repetidas ocasiones. Pero ellas siguen defendiendo su causa, y seguramente no dejarán de hacerlo hasta que Putin salga del poder.

Generación Spielberg, película que recuerda el poder del cine para crear revoluciones

Dicen que el cine se hace de luces y sombras, de palabras, sonidos y silencios, pero hay otras escasas ocasiones donde el cine se hace de la materia misma del tiempo,  es decir se hace atemporal por las connotaciones mismas de lo que expresa, ese es el caso de la revolucionaria película Generación Spielberg, de Gibrán Bazán.

Debo confesar que acudí a la Cineteca Nacional a ver la nueva cinta de Bazán, sin muchas esperanzas de encontrarme con algo nuevo pues nunca espero mucho de la ficción mexicana, aunque el director me sorprendió con  el documental Los Rollos Perdidos. Sin embargo para mi la ficción mexicana está colmada de lugares comunes, historias violentas de pobreza y narcotráfico o de atormentados pueblerinos que nos hacen creer que en la contemplación del perro que se orina en la milpa o del muchacho que despierta sexualmente con la garnachera del ejido, vamos a encontrar un poco de iluminación, cuan equivocado estaba con Generación Spielberg que me atrapó desde los primeros minutos.

De entrada puedo decir que Generación Spielberg, realizada con una bella fotografía en blanco y negro es espesa en su inteligencia, en su ironía, en su humor, en su drama, en sus reflexiones y sus alcances filosóficos sobre una generación.

Cinco historias que se desarrollan en interiores dan la pauta para que el director desarrolle lo que muchos medios de internet llamaron un "coro de reflexiones a voces", algo que podría de entrada parecer un martirio, pero que se matiza con muchos ingredientes de humor que son utilizados para llevar de la mano al espectador hacia una confrontación consigo mismo.

El guión en sí es un aparato de relojería, un ejemplo de la mejor estructura aristotélica, pero sin olvidar que lo sumamente intelectual puede caer en el tedio si no se refresca con algo que lo haga humano, y es precisamente donde Gibrán Bazán logra mantener el interés del público por más de dos horas, sin bostezos, sin concesiones y sorprendentemente sin retroceder un ápice en su objetivo de analizar a la generación que creció en los años ochenta.

Desde los recuerdos de franca camaradería que inspiran un grupo de escritores que se emborrachan con mezcal en una camioneta, hasta las pasiones que uno recuerda con aquella mujer que nos marcó y con las que nos dimos un encerrón bajo la sábanas, los pequeños universos que Generación Spielberg va tejiendo innovan a no presentar la típica película de historias aisladas. Puedo decir que Bazán supero incluso como guionista a Guillermo Arriaga al hacer que sus historias interactúen naturalmente por medio de llamadas telefónicas y no con un forzado choque automovilístico.

Generación Spielberg se convierte así en una cinta que va más allá de lo coral, que nos muestra lo aislados y al mismo tiempo lo cercanos que estamos. Tiene también muchas referencias al cine de la nueva ola francesa con esas bellas escenas de romance en el que los dos amantes, protagonizados por los actores Sophie Gómez y Alejandro Duran se toman una botella de vino y hasta fuman debajo de ese blanco espacio de tela.

Lo mismo sucede con la historia del trío que está atrapado en el elevador, interpretado por Sonia Franco, a quien ya pudimos ver en "Los Insólitos Peces Gato", y Miguel Conde, así como un nuevo actor que me sorprendió por su carisma, Guillermo Villegas, quienes no obstante su encierro tejen historias más allá, incluso uno de ellos es paciente de la Sicoanalista que se quiere suicidar en su baño, y que al mismo tiempo es ex amante de una ejecutiva que se encierra en su oficina a emborracharse y es ex esposa del mencionado Durán que se encuentra bajo las sábanas.

Vuelvo a decirlo, Generación Spielberg sobrepasa en mucho a las películas mexicanas de su tiempo e incluso se antoja revolucionaria al mostrar a los cineastas y al público mismo que por ser mexicanos no es pecado ocuparse también de aspectos intelectuales sobre la vida, la muerte y la condición humana. Mientras que otros cineastas de la generación de Gibrán Bazán están muy ocupados en analizar los avatares del mojado que por falta de oportunidades se vuelve narco y luego asesino, y ocultamente lucran con ello para ganar en festivales, Bazán muestra que hay un México que piensa también en cuestiones más elevadas, que se critica no como ciudadano de una nación, sino como un ciudadano del mundo.

Me parece que Bruno Bichir logra en esta película una de sus actuaciones más memorables e incluso se agradece que un director como Bazán vuelva a sacarlo de la prostitución que significo el bodrio de la película "Todas Mías", del negado intelectual llamado Joaqu ín Bissner, y que lo lleve nuevamente hacia los caminos honestos del cine, donde deja en claro que su potencial como actor puede dibujar reflexiones de gran profundidad sin caer en lo sobreactuado o forzado.

Solo una cosa reclamo a la cinta y es su notoria falta de interés por el exterior, es decir, Bazán está tan inmerso en contarnos cosas desde un punto de vista intimista que no le interesa hacer pasar al estacionamiento del Centro Nacional de las Artes por un Centro de convenciones donde se lleva a cabo una Feria del Libro o al Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM por un edificio de oficinas donde lo mismo convergen un contador, una estudiante de arte y un chavo de barrio.

Curiosamente desde su estreno Generación Spielberg, al igual que muchas grandes películas, ha dividido  a las críticas de los medios, pero eso sí, todos coinciden en que se encuentran ante un trabajo distinto en nuestro cada vez más ecléctico panorama cinematográfico, donde por un lado tenemos a los iletrados Joaquines Bissner (¿o Bussines?) a los chistositos pero huecos Emilios Portes, o los fresas e hipocritones Amats Escalantes que provienen de clases acomodadas, pero eso sí, lucran con el narco, la violencia y la pobreza para ganar premios.

Generación Spielberg es por eso la cinta de un director inclasificable en los actuales terrenos del cine nacional, te hace reír, te mienta la madre, te hace pensar, te vuelve a hacer reír, te vuelve a mentar la madre con todo y el  mundo y te vuelve a hacer pensar, pensar y pensar.

Decía un viejo y querido profesor que hay días en que al leer, ver, escuchar o incluso saborear una obra importante, uno sabe por corazonada que hay un impacto en ella para la sociedad. Al ver Generación Spielberg supe que estaba ante una obra maestra que refrenda el poder del cine para crear revoluciones, y en el trayecto, hasta nos confronta con nosotros mismos. (Jorge Esparza)

Polissia

Aquí la entrevista sobre esta  muy buena cinta que se exhibe actualmente en Cineteca Nacional:  Polisse es una ficción que cuenta el funcionamiento de una unidad policial encargada de lidiar con casos de abuso o maltrato infantil. Mirándola podemos acceder también a la vida cotidiana de las clases medias y bajas de Francia, (cosa no habitual para el cinéfilo acostrumbrado a ver el cine artístico de ese país y, por lo tanto, un recorte sesgado de esa sociedad), una buena cantidad de inmigrantes y distintas condiciones de trabajo, todo en función del trato que los adultos le dan a los chicos como eje que atraviesa la comunidad en todo sentido. Dos o tres cosas la hacen singular. Es entretenida, tiene un gran sentido del humor (y un par de escenas la instalan incluso en la comedia), no tiene miedo y no está interesada en hacer arte. Eso significa que muestra cosas desagradables sin morbo ni exageración esteticista. La única ocasión en que esto podría ponerse en duda sucede cerca del final, pero hasta ese mal gusto le juega a favor porque genera tensiones en el espectador que merecen ser discutidas. Parece que iba a estrenarse en el país (incluso hubieron funciones prensa), pero hasta el momento no hay noticias. Otra película no estadounidense más (El fin del silencio,http://hacerselacritica.blogspot.com.ar/2012/08/final-del-silencio-de-roland-edzard.html) que tal vez no llegue nunca los cines, y más interesante aún por su potencial de entretenimiento político. Fue dirigida por Maïwenn, una de las coprotagonistas de Alta tensión, de Alexandre Ajá. A continuación, una charla sobre la película que mantuve vía mail con una colega amiga:

Nuria Silva: Vi Polisse y me gustó mucho. El tema es duro per se y está aliviado aunque no banalizado, pero lo fuerte y doloroso está presente en gran parte gracias a los actores. Hace mucho que no veo una película donde les creo a todos. Me quedó la sensación de haber visto una película sobre valores humanos, quizá por cierto altruismo que los caracteriza. Sus personajes tienen un gran sentido de ello sin caer tampoco en los lugares comunes del heroísmo policial. Es fácil hacer cine social e identificar al público con las víctimas, pero pocas veces se nos familiariza con las autoridades policiales, pertenezcan al departamento que pertenezcan. Suelen ser personajes "deshumanizados".

Marcos Vieytes: El final me hace un poco de ruido, pero la banco. La elección del punto de vista policial es muy interesante, se disfruta mucho. Los actores están todos increíbles, y que la directora sea la que hace de fotógrafa está muy bien. Pero yo creo que sí es una experiencia sociológica. No es fidedigna como un documental sobre instituciones, pero se nota que detrás del guión hay investigación minuciosa. Me gustaría saber cómo percibe un espectador francés una ficción como esa sobre el presente, qué reacciones políticas genera.

NS: Entiendo lo que decís del trabajo de investigación y la realidad que refleja, pero si tuviera un valor sociológico se centraría en ese aspecto, y sin embargo esa apariencia sociológica light viene de poner el foco sobre el dolor de las víctimas filtrado por el punto de vista de los policías. Entonces no nos llega el dolor de los chicos que tienen que vivir esa realidad, sino el de los tipos que no saben cómo terminar con eso (o peor, saben que no pueden). Ahí es donde creo que la estadística se va al carajo. Hacernos llegar las vivencias de los chicos abusados o maltratados implicaría utilizar muchos artificios cinematográficos. Es más sencillo acercarnos a tipos que no entienden, como nosotros, lo que pasa por la cabeza de todos esos hijos de puta. Por eso entendemos los gestos de sorpresa, la desazón interna e incluso el humor necesario para lidiar con las situaciones. Lo de la directora como fotógrafa también me gustó, sobre todo teniendo en cuenta que el negro le reclama registrar lo que verdaderamente es trabajar como ellos, y curiosamente es lo que creo que hace con la otra cámara. Lo que me hizo ruido es la historieta de amor en medio de todo eso. ¿El final no te gustó? Yo creo que es justo lo que plantea, con ese nene -seguramente futuro pedófilo- triunfante. Porque lo que la lleva a ese punto a la mujer es el haberse enfrentado con el placer de la víctima. Ahí es donde todo lo que hacen está perdido.

MV: Está claro que no pretende que el valor sociológico prime, porque es sobre todo una ficción. Sólo quería decir que está, y que se nota sobre todo como base en los diálogos con los nenes, y eso le da consistencia y autoridad. Un par de cosas que me sorprenden de lo que decís. ¿Vos pensás que los policías de ese departamento dedicado a trabajar con casos de abuso infantil no entienden a los pedófilos? Puede ser, porque quizás si los entendieran no podrían hacer su trabajo, pero yo creo que al menos la película lo entiende, y que algunos personajes más que otros también. La mina que se mata no, claramente. Este hecho no me molestó por repentino. Representarlo así creo que hasta cierto punto es válido, porque aunque el suicida da señales, el suicidio sigue siendo inasimilable. Pero mostrarlo, y mostrarlo en cámara lenta, revela que la película lo disfrutó. Y no estoy condenando moralmente eso, aunque lo rechazo en este contexto, pero sí trato de analizar por qué la película hace eso. Oscilo entre creer que esa forma de mostrarlo es un castigo o una admisión del morbo, o ambas cosas a la vez. No había pensado que ese nene sea un futuro pedófilo. Si fuera así, ese montaje paralelo estaría compuesto por dos series de acciones complementarias, negrísimas las dos. ¿Podría existir la posibilidad todavía más radical de que la película reivindicara el placer que el chico sintió? Porque la visión del nene haciendo gimnasia es triunfante. Según tu idea, ese triunfalismo estaría cargado de ironía siniestra.

NS: Entiendo lo que decís del trabajo de investigación y la realidad que refleja, pero si tuviera un valor sociológico se centraría en ese aspecto, y sin embargo esa apariencia sociológica light viene de poner el foco sobre el dolor de las víctimas filtrado por el punto de vista de los policías. Entonces no nos llega el dolor de los chicos que tienen que vivir esa realidad, sino el de los tipos que no saben cómo terminar con eso (o peor, saben que no pueden). Ahí es donde creo que la estadística se va al carajo. Hacernos llegar las vivencias de los chicos abusados o maltratados implicaría utilizar muchos artificios cinematográficos. Es más sencillo acercarnos a tipos que no entienden, como nosotros, lo que pasa por la cabeza de todos esos hijos de puta. Por eso entendemos los gestos de sorpresa, la desazón interna e incluso el humor necesario para lidiar con las situaciones. Lo de la directora como fotógrafa también me gustó, sobre todo teniendo en cuenta que el negro le reclama registrar lo que verdaderamente es trabajar como ellos, y curiosamente es lo que creo que hace con la otra cámara. Lo que me hizo ruido es la historieta de amor en medio de todo eso. ¿El final no te gustó? Yo creo que es justo lo que plantea, con ese nene -seguramente futuro pedófilo- triunfante. Porque lo que la lleva a ese punto a la mujer es el haberse enfrentado con el placer de la víctima. Ahí es donde todo lo que hacen está perdido.

MV: Está claro que no pretende que el valor sociológico prime, porque es sobre todo una ficción. Sólo quería decir que está, y que se nota sobre todo como base en los diálogos con los nenes, y eso le da consistencia y autoridad. Un par de cosas que me sorprenden de lo que decís. ¿Vos pensás que los policías de ese departamento dedicado a trabajar con casos de abuso infantil no entienden a los pedófilos? Puede ser, porque quizás si los entendieran no podrían hacer su trabajo, pero yo creo que al menos la película lo entiende, y que algunos personajes más que otros también. La mina que se mata no, claramente. Este hecho no me molestó por repentino. Representarlo así creo que hasta cierto punto es válido, porque aunque el suicida da señales, el suicidio sigue siendo inasimilable. Pero mostrarlo, y mostrarlo en cámara lenta, revela que la película lo disfrutó. Y no estoy condenando moralmente eso, aunque lo rechazo en este contexto, pero sí trato de analizar por qué la película hace eso. Oscilo entre creer que esa forma de mostrarlo es un castigo o una admisión del morbo, o ambas cosas a la vez. No había pensado que ese nene sea un futuro pedófilo. Si fuera así, ese montaje paralelo estaría compuesto por dos series de acciones complementarias, negrísimas las dos. ¿Podría existir la posibilidad todavía más radical de que la película reivindicara el placer que el chico sintió? Porque la visión del nene haciendo gimnasia es triunfante. Según tu idea, ese triunfalismo estaría cargado de ironía siniestra.

NS: Creo que lo que la directora quiere es "desdemonizar" a quienes trabajan en estos casos. Generalmente, como te decía al principio, son retratados como seres más duros, en algunos casos hasta violentos con las víctimas (ojo, acá hay algo de eso también pero desde lo más humano de ellos y no desde el goce de la aplicación de esa violencia) o como inoperantes absolutos. Ahí estamos en el punto justo. Eso que decís de la galería de pedófilos, simplemente como un mero repertorio "de", es lo que me hace sentir que toma distancia de ese aspecto para enfocarse en cómo ese desfilar de casos afecta a estos policías. Y sobre el final: en ningún momento pensé en que fuera optimista para el espectador, ni siquiera para el chico, que no es conciente de lo que le pasó y eso es lo terrible. Dudo de que ese placer traumático pueda ser desactivado.

MV: Ojo que a quienes digo que no quiere demonizar es a los pedófilos. El montaje paralelo del final está planteado en su desarrollo como tópico optimista. Pensá que simultáneamente asistimos al crescendo dramático con luz solar de un chico que se anima a hacer lo que antes no y a una mujer a la que ascienden en el escalafón institucional. Pero uno cae parado y la otra no. Esa divergencia de resultados a mí me sigue generando dudas, más allá del mal gusto en la elección del dispositivo (pero yo no soy un defensor del buen gusto porque el malo suele ser más estimulante para el cuerpo y las neuronas, si no pensemos en Bó, Favio y Campusano por citar solamente ejemplos nacionales). El nene es consciente de lo que le pasó, pero lo que plantea la escena tal como está filmada es que no tiene la misma conciencia de ese hecho que la que tiene la sociedad. Y la película no construye el padecimiento del nene, la crisis o, como vos decís, el trauma. ¿No lo hace por impericia narrativa o porque voluntariamente deja abierta la posibilidad de pensar de que en ciertos casos la pedofilia puede no ser traumática?

NS: Estoy recordando algo importantísimo que estamos pasando por alto y creo que ahí es donde la película "entiende" al pedófilo, y es cuando la policía se lo plantea al chico como una ‘enfermedad’ que tiene el mayor. Entonces el nene le pregunta: ‘¿Por qué si está enfermo va a la cárcel y no al hospital?’, lo que me recuerda El hombre del bosque con Kevin Bacon. En ciertos casos la pedofilia puede no ser traumática... es para pensarlo mucho, porque no siempre se ejerce violentamente, pero la conciencia del chico sobre lo sucedido no sé si anula el trauma.

Tom en el Granero

A sus escasos 25 años de edad, con cuatro largometrajes estrenados y más de 35 premios internacionales (incluido el del Jurado en Cannes por su más reciente cinta Mommy), el joven cineasta canadiense Xavier Dolan se ha ganado a pulso el mote de enfant terrible del cine actual mediante una carrera vertiginosa, de filmes interesantes que perfilan un futuro francamente prometedor.

Poco conocido en México más allá de festivales y demás circuitos cinéfilos, su tercer largometraje, Tom en la Granja, será el primero en estrenarse de forma comercial en nuestro país, oportunidad en verdad única para conocer el estilo cada vez más depurado de un cineasta que sorprende por su soltura y habilidad de puesta en imágenes.

Como bien menciona Guy Lodge en su reseña para Variety, la trama de esta película bien podría estar basada en la famosa canción Coffee and TV del grupo británico Blur (¿Vas a ir al campo?, no está muy lejos, habrá ahí gente que te lastime por ser quién eres). Justo eso es lo que le sucede a Tom (Dolan mismo) joven canadiense, citadino, de profesión publicista, que llega a la granja de la familia deGuillame, su recién fallecido novio.

La sorpresa vendrá cuando Tom se dé cuenta que la madre de su novio, Agatha (Lise Roy), en realidad no sabe que su hijo era homosexual, y no lo sabe gracias a los interminables esfuerzos deFrancis (Pierre-Yves Cardinal), el homófobo y muy violento hermano de Guillame quién todo este tiempo ha engañado a su madre haciéndole creer que su hijo era heterosexual y que además tenía una guapa novia.

Francis de inmediato amenaza a Tom para que le siga el juego, continúe con la mentira  y se largue de ahí cuanto antes; pero ello no será fácil, la manipulación disfrazada de fragilidad y melancolía de la madre, además de la furia homófoba de Francis harán cuasi imposible huir del lugar.

Si bien el contexto homosexual es importante, Dolan no tiene intención alguna de volver esto un discurso sobre la tolerancia ni mucho menos (de hecho pareciera divertirse al torturar a su propio personaje con toda una serie de situaciones límite respecto a decir la verdad y asumir su sexualidad), lo que importa al cineasta es hacer un ejercicio de género; estamos ante un thriller oscuro, de tintes macabros, a veces eróticos, de aquellos donde la dirección de las acciones no es fácil de adivinar.

“¿Por qué crees que a los treinta años sigo viviendo con mi madre?” le espeta en algún momentoFrancis a Tom, en un lance que solo incrementa la oscura relación homoerótica que se desata entre ambos y de la cual Tom pareciera aceptar veladamente en una especie de auto-secuestro psicológico que irá incrementando la intriga y la tensión.

La homosexualidad delatora estará latente todo el tiempo; los secretos irán surgiendo poco a poco yDolan hará todo lo posible para exacerbar el escenario: cambiando sus encuadres (planos abiertos al inicio, close-ups rumbo al final), modificando el formato de proyección al vuelo (de full screen a panorámico) y acompañándose (tal vez excesivamente) de la ominosa música a cargo de Gabirel Yared, quien impregna en todo momento una sensación de peligro y delirio francamente perturbadora.

Es un cliché decir que un thriller (el que sea) evoca a Hitchcock, pero en el caso de este cinta los guiños son varios, desde aquella escena en la regadera, pasando por el personaje de la madre o la ya mencionada banda sonora que se encaja perfecto: esa versión en francés de “The Windmills of Your Mind” el inicio del filme y el cierre con la exacta “Going to a Town” de Rufus Wainwright.

Sorpresivo que alguien con tan sólo 25 años sepa manipular con tal soltura aquellos hilos que nos alteran, nos perturban y nos emocionan en una pieza de buen cine.

Casi 30, hueca e intrascendente

La cinta escrita y dirigida por Alejandro Sugich, y estelarizada por Manuel Balbi, Eiza González y Sara Maldonado, Casi treinta, es una obra insípida e intrascendente que gira en torno de los problemas vocacionales de un lagartón que a sus 30 aun no sabe hacia a dónde se dirige.
El personaje principal se llama Emilio, quien está a punto de casarse con Lucía, una chica que conoció en el trabajo, luego de vivir una relación de final desafortunado con Cristina (Eiza González).
En un principio, Lucía parece lo que Emilio desea para su vida,  pero en cuanto le entrega el anillo Lucía se transforma, con lo cual la vida de Emilio parece sumergirse en un infierno de conformidad.
Este se mantiene en negación, pero las cosas cambian cuando decide ir a la boda de un amigo de la infancia, en su natal Sonora, para encontrarse con el mundo que decidió abandonar al partir hacia el D.F.
El planteamiento de Casi treinta (México, 2013) es material de una buena cinta de comedia, pero su ejecución deja mucho que desear.
El filme posee muchos errores de guión, entre ellos personajes mal dibujados y diálogos incongruentes o tan inocuos que parecen dignos de un video-blog.
Y para colmo, malas actuaciones… lo cual hace que la película oscile entre una comedia ligera, una farsa y un melodrama chafa: No hay empatía con los personajes, sus historia o sus dramas; todos parecen igual de estúpidos.
Casi treinta no parece ser el trabajo de un autor, sino el capricho de un sujeto sin oficio que deseaba hacer una cinta a toda costa, así como el personaje principal, un sujeto ajeno al mundo literario que desea convertirse en escritor.