viernes, 30 de noviembre de 2012

Reflexiones sobre Kusturica

El polifacético Emir Kusturica (Sarajevo,1954, Bosnia Herzegovina) abandonó lo que parecía una prometedora carrera como futbolista para estudiar cine en Praga en la academia del famoso director, Milos Forman.

Kusturica es capaz de despertar las más entusiastas y las más feroces críticas. Pero lo que es indiscutible es su exquisito dominio del lenguaje cinematográfico, lo que le ha valido para poder celebrar casi cada nueva producción con algún premio en los grandes festivales internacionales de cine, ya fuese en Cannes, Venecia o Berlín.

Su carrera se inicia cuando vuelve a Sarajevo, como otros grandes directores encuentra en la televisión su gran oportunidad. Tras dos trabajos para la televisión llega su salto al cine con “¿Te acuerdas de Dolly Bell?” Que consigue el León de Oro de Venecia a la mejor Ópera Prima. Ese mismo año, 1985, se consagra con “Papa está de viaje de negocios” que consigue la Palma de Oro en Cannes.

Estas cintas ya muestran su desbordante originalidad y su singularísimo estilo marcado por un inconfundible sello cultural balcánico que encuentra en la música identidad y ritmo desbordante. No podía ser de otra forma porque desde 1986 Kusturica forma parte de la “No smoking orchestra” como bajista, aunque últimamente se haya reciclado como guitarrista.

Su siguiente gran existo llega en 1989 con “El tiempo de los gitanos”, cinta de la que también es guionista, que le vale el reconocimiento internacional casi absoluto y le permite marcharse a Nueva York para ejercer como profesor de cine en la Universidad de Columbia.

Es en Estado Unidos donde rueda “El sueño de Arizona”, 1993,
  que gana el Oso de Plata y el Premio Especial del Jurado en el festival de Berlín.

Los ritmos de su banda, que fusiona, con energía desbordante, los ritmos tradicionales balcánicos con rock y ska aderezado por los sonidos de toda una orquesta, violín, tuba, teclados, bajo, guitarra y percusión (a cargo del hijo de Kusturica) le acompañan en la desternillante y tremendamente crítica “Underground” 1995, que hace un recorrido subterráneo y surrealista de la historia bélica de Yugoslavia desde la segunda Guerra Mundial hasta las últimas y especialmente crueles guerras balcánicas. Film este que le costó el odio de muchos compatriotas y ex­compatriotas al mismo tiempo que le hacia ganar su segunda Palma de Oro en Cannes.

La “No smoking orchestra” también le acompaña en
  “Gato negro, gato blanco”  1998, de la que es director y guionista, un desternillante homenaje a los gitanos y su música que consigue el León de Plata del festival de Venecia.

Con “La vida es un milagro” un poema cinematográfico, vuelve a demostrar su talento, es una historia de amor y guerra con la masacre balcánica de los noventa como telón de fondo.

Es la historia de amor de un técnico serbio y una enfermera bosnio musulmana. Tal es su pasión que hace despegar la cama que comparten en un vuelo por los campos yugoslavos.

Una cinta casi necesaria para comprender un conflicto que en palabras de Kusturica fue muy sucio
  y en el que "La realidad no tuvo nada que ver con lo que se pudo ver en la televisión, en la que el tratamiento superficial y la manipulación trastocó todo".

Como cinéfilo que es su visión de la evolución del cine es demoledora y cuando menos esclarecedora: "La comparación entre el cine estadounidense de los años 1940 y 1950 y la del de 1980 hasta ahora es desesperante"[...] "Uno se pregunta si la humanidad ha podido evolucionar en un sentido tan idiota y débil"[...] "Tal vez se trate de una nueva ideología que pone Hollywood al servicio de la concepción de una sociedad capitalista en la que el consumidor, en oposición al hombre, es mejor si no muestra ninguna reacción humana".

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