lunes, 1 de septiembre de 2014

Generación Spielberg, película que recuerda el poder del cine para crear revoluciones

Dicen que el cine se hace de luces y sombras, de palabras, sonidos y silencios, pero hay otras escasas ocasiones donde el cine se hace de la materia misma del tiempo,  es decir se hace atemporal por las connotaciones mismas de lo que expresa, ese es el caso de la revolucionaria película Generación Spielberg, de Gibrán Bazán.

Debo confesar que acudí a la Cineteca Nacional a ver la nueva cinta de Bazán, sin muchas esperanzas de encontrarme con algo nuevo pues nunca espero mucho de la ficción mexicana, aunque el director me sorprendió con  el documental Los Rollos Perdidos. Sin embargo para mi la ficción mexicana está colmada de lugares comunes, historias violentas de pobreza y narcotráfico o de atormentados pueblerinos que nos hacen creer que en la contemplación del perro que se orina en la milpa o del muchacho que despierta sexualmente con la garnachera del ejido, vamos a encontrar un poco de iluminación, cuan equivocado estaba con Generación Spielberg que me atrapó desde los primeros minutos.

De entrada puedo decir que Generación Spielberg, realizada con una bella fotografía en blanco y negro es espesa en su inteligencia, en su ironía, en su humor, en su drama, en sus reflexiones y sus alcances filosóficos sobre una generación.

Cinco historias que se desarrollan en interiores dan la pauta para que el director desarrolle lo que muchos medios de internet llamaron un "coro de reflexiones a voces", algo que podría de entrada parecer un martirio, pero que se matiza con muchos ingredientes de humor que son utilizados para llevar de la mano al espectador hacia una confrontación consigo mismo.

El guión en sí es un aparato de relojería, un ejemplo de la mejor estructura aristotélica, pero sin olvidar que lo sumamente intelectual puede caer en el tedio si no se refresca con algo que lo haga humano, y es precisamente donde Gibrán Bazán logra mantener el interés del público por más de dos horas, sin bostezos, sin concesiones y sorprendentemente sin retroceder un ápice en su objetivo de analizar a la generación que creció en los años ochenta.

Desde los recuerdos de franca camaradería que inspiran un grupo de escritores que se emborrachan con mezcal en una camioneta, hasta las pasiones que uno recuerda con aquella mujer que nos marcó y con las que nos dimos un encerrón bajo la sábanas, los pequeños universos que Generación Spielberg va tejiendo innovan a no presentar la típica película de historias aisladas. Puedo decir que Bazán supero incluso como guionista a Guillermo Arriaga al hacer que sus historias interactúen naturalmente por medio de llamadas telefónicas y no con un forzado choque automovilístico.

Generación Spielberg se convierte así en una cinta que va más allá de lo coral, que nos muestra lo aislados y al mismo tiempo lo cercanos que estamos. Tiene también muchas referencias al cine de la nueva ola francesa con esas bellas escenas de romance en el que los dos amantes, protagonizados por los actores Sophie Gómez y Alejandro Duran se toman una botella de vino y hasta fuman debajo de ese blanco espacio de tela.

Lo mismo sucede con la historia del trío que está atrapado en el elevador, interpretado por Sonia Franco, a quien ya pudimos ver en "Los Insólitos Peces Gato", y Miguel Conde, así como un nuevo actor que me sorprendió por su carisma, Guillermo Villegas, quienes no obstante su encierro tejen historias más allá, incluso uno de ellos es paciente de la Sicoanalista que se quiere suicidar en su baño, y que al mismo tiempo es ex amante de una ejecutiva que se encierra en su oficina a emborracharse y es ex esposa del mencionado Durán que se encuentra bajo las sábanas.

Vuelvo a decirlo, Generación Spielberg sobrepasa en mucho a las películas mexicanas de su tiempo e incluso se antoja revolucionaria al mostrar a los cineastas y al público mismo que por ser mexicanos no es pecado ocuparse también de aspectos intelectuales sobre la vida, la muerte y la condición humana. Mientras que otros cineastas de la generación de Gibrán Bazán están muy ocupados en analizar los avatares del mojado que por falta de oportunidades se vuelve narco y luego asesino, y ocultamente lucran con ello para ganar en festivales, Bazán muestra que hay un México que piensa también en cuestiones más elevadas, que se critica no como ciudadano de una nación, sino como un ciudadano del mundo.

Me parece que Bruno Bichir logra en esta película una de sus actuaciones más memorables e incluso se agradece que un director como Bazán vuelva a sacarlo de la prostitución que significo el bodrio de la película "Todas Mías", del negado intelectual llamado Joaqu ín Bissner, y que lo lleve nuevamente hacia los caminos honestos del cine, donde deja en claro que su potencial como actor puede dibujar reflexiones de gran profundidad sin caer en lo sobreactuado o forzado.

Solo una cosa reclamo a la cinta y es su notoria falta de interés por el exterior, es decir, Bazán está tan inmerso en contarnos cosas desde un punto de vista intimista que no le interesa hacer pasar al estacionamiento del Centro Nacional de las Artes por un Centro de convenciones donde se lleva a cabo una Feria del Libro o al Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM por un edificio de oficinas donde lo mismo convergen un contador, una estudiante de arte y un chavo de barrio.

Curiosamente desde su estreno Generación Spielberg, al igual que muchas grandes películas, ha dividido  a las críticas de los medios, pero eso sí, todos coinciden en que se encuentran ante un trabajo distinto en nuestro cada vez más ecléctico panorama cinematográfico, donde por un lado tenemos a los iletrados Joaquines Bissner (¿o Bussines?) a los chistositos pero huecos Emilios Portes, o los fresas e hipocritones Amats Escalantes que provienen de clases acomodadas, pero eso sí, lucran con el narco, la violencia y la pobreza para ganar premios.

Generación Spielberg es por eso la cinta de un director inclasificable en los actuales terrenos del cine nacional, te hace reír, te mienta la madre, te hace pensar, te vuelve a hacer reír, te vuelve a mentar la madre con todo y el  mundo y te vuelve a hacer pensar, pensar y pensar.

Decía un viejo y querido profesor que hay días en que al leer, ver, escuchar o incluso saborear una obra importante, uno sabe por corazonada que hay un impacto en ella para la sociedad. Al ver Generación Spielberg supe que estaba ante una obra maestra que refrenda el poder del cine para crear revoluciones, y en el trayecto, hasta nos confronta con nosotros mismos. (Jorge Esparza)

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